Después del quiebre del modelo importador, y la crisis de 2001/2002 se insinuaron fuertes cambios en la sociedad, con la aparición de un habitante más atento, crítico y participativo en las políticas generales, inclusive las urbanas.

Es sabido que la ciudad se transforma de acuerdo a los cambios en los valores predominantes en la sociedad y en los factores de poder que los impulsan. La tendencia a participar se expresará naturalmente en la recuperación del espacio público, que deberá reconectarse con sus roles históricos: albergar el encuentro social y las actividades colectivas; calles que se convierten en ámbitos de uso comunitario, eventualmente peatonalizadas; plazas que se transforman en centros de convergencia social donde asambleas, ferias, festividades o recitales encuentren sus lugares apropiados; espacios de acceso a los edificios de la comunidad que funcionen como áreas de reunión y de comunicación.

Esta nueva funcionalidad puede gestionarse con una primera instancia de acciones rápidas y de bajo costo. El rédito será inmediato. La población, participando en sus ámbitos locales, comprobará vivencialmente el rol organizador y administrador del Municipio, estableciéndose un vínculo consensuado, indispensable para el buen desarrollo de las acciones urbanas en la escala barrial.

Por su complejidad y sus implicancias socio-económicas, los programas de transformación del espacio público necesitan un sustento multidisciplinario, con el compromiso de especialistas imbuidos de las metas a lograr y conocedores de los procesos conducentes. En este campo se ubica el aporte de nuestro Grupo Promotor del Espacio Público.