GRUPO CONSULTOR PARA LA GESTIÓN DEL ESPACIO PÚBLICO
   
    ELEMENTOS PARA UNA POLÍTICA DE RECUPERACIÓN DEL USO DEL ESPACIO
PÚBLICO BARRIAL, COMO SOPORTE DE LA VIDA COMUNITARIA

OBJETIVOS

ANTECEDENTES

QUIENES SOMOS

NOTAS

CONTACTO
 

El presente trabajo aporta elementos conceptuales e instrumentales para la conformación de un espacio público barrial para ser habitado, promotor de encuentro, del fortalecimiento de las redes sociales y de la producción de actividades colectivas.

Es necesario erradicar, ante todo, el prejuicio de un espacio público vacío, indiferente y sin programa, concebido solo como vía circulatoria o espacio verde. Apuntamos a una visión contenedora de la vida comunitaria, abierta al uso múltiple de la población. A una red barrial de lugares programados, amoblados y climáticamente protegidos, con los mismos valores que se utilizan en arquitectura para el diseño de los espacios habitados.

Buscamos aportar a un consenso interdisciplinario tendiente a incorporar el concepto de uso social del espacio público a la legislación urbana, es decir, al Plan Ambiental, Ley de Comunas y Código de Planeamiento Urbano.

En el texto se formulan ideas concretas para la instrumentación de estos objetivos. Se trata de una propuesta abierta, pensada para servir de base a un debate en el que se vayan ajustando y ampliando sus contenidos. Con ese fin se han ordenado los temas en cinco capítulos, desarrollados cada uno en la forma de normas comentadas, lo cual permitirá la inclusión de nuevos conceptos sin desarticular la propuesta.

INTRODUCCIÓN

La gregariedad es condición humana. Desde siempre la población estableció sus actividades sociales y de intercambio en las calles y plazas de su comunidad.
Hoy, el uso social del espacio urbano ha sufrido un proceso degenerativo. La calle, sometida por el transito polucionante de los vehículos, ha quedado reducida a las veredas, angostas fajas de refugio donde los peatones, transformados en flujos, se mueven o detienen al compás del semáforo. En igual sentido, también las plazas, nacidas como escenario de la vida colectiva, fueron redefinidas como espacios verdes y despojadas de su condición convocante.
Solo han transcurrido nueve décadas desde que el automóvil irrumpió masivamente en las calles de la ciudad, desalojando a la población y alineándola contra las fachadas. El efecto fue disociador. Las redes sociales languidecieron porque, si bien las relaciones entre vecinos se ¨tejen¨ en los edificios de la comunidad, se ¨enhebran¨ previamente en el espacio barrial.Es vital recuperar el uso de los ámbitos colectivos, erradicando el prejuicio de un espacio público concebido como vía circulatoria o espacio verde.
Es vital recuperar el uso de los ámbitos colectivos. No podemos aceptar resignadamente la pérdida del territorio de la comunicación y la convergencia. Está en juego la salud psicofísica de la población, que se ha deteriorado ante el desvanecimiento de la vida comunitaria.
En esta era de socialidad virtual la proximidad y el encuentro adquieren una significación relevante, incluso terapéutica, en oposición al carácter evanescente de los vínculos interpersonales frente al monitor.
No habrá integración social sin espacio público. Estructurar la comunidad y producir su espacio físico son dos aspectos inseparables de la misma cuestión.

Ampliar los espacios físicos del encuentro, crear proximidades y estimular la participación, son los nuevos objetivos. Es el ¨know how¨ de la ciudad democrática. Quizás hoy estemos construyendo la ciudad, pero no estamos construyendo los espacios de la socialidad urbana.
No podemos (ni queremos) deshacernos de los automóviles, que ya rondan los 750 millones de unidades en el planeta, con proyección a 1200 millones para la próxima década. Ya son parte de nuestra vida.

Las soluciones podrán buscarse, en ciertos casos, en la reconquista de la calzada o en la eliminación de un carril, pero una estrategia urbana abarcativa deberá proponer la incorporación, gradual y sostenida, de nuevos lugares de uso peatonal, obtenidos mediante la cesión de espacios de vereda por los edificios a construir; la anexión transitoria de terrenos baldíos; la expansión de las veredas frente al ingreso de los edificios de uso colectivo; la reconfiguración de las plazas para incrementar sus áreas secas; la peatonalización, transitoria o permanente, de calles principales de los centros barriales y el aprovechamiento de los sectores remanentes o desactivados del tejido urbano. Naturalmente, la lista continúa.
Esta claro que la sola disponibilidad de espacio público no será suficiente para el florecimiento de la vida colectiva.

El espacio exterior convoca espontáneamente a los miembros de la comunidad.

La gregaridad es condición humana. Desde siempre la población estableció sus actividades sociales en el espacio colectivo.

Se necesita la motivación de los habitantes, que tiene relación con su sentido de pertenencia barrial y con las convocatorias y el apoyo del gobierno municipal y de las organizaciones locales. Pero, recíprocamente, estos intentos no arraigarán si carecen de la contención que le brinde una espacialidad propicia.
¿Porqué referimos esta cuestión a la escala del barrio?
Las escalas urbanas menores son las mas propicias para el establecimiento de vínculos comunitarios. Otras dimensiones demográficas y territoriales como el país, la región y las grandes ciudades, se refieren a conjuntos solo abarcables desde una visión satelital. Se trata de un enfoque macro, imprescindible para la planificación, pero carente de contenido vivencial para los habitantes. Las escalas descendentes, ciudad menor, barrio y vecindario, son las que se refieren a espacios concretos y vividos.
Vale remarcar que siendo el barrio el módulo físico y social con que se organiza la mayor parte del territorio urbano, la acumulación de acciones micro urbanísticas dirigidas a ampliar y habilitar el espacio público barrial, conducirán gradualmente a la reconversión de toda la ciudad en hábitat cotidiano.

Cuatro definiciones para la comprensión de la vida barrial:

Barrio: sector diferenciado dentro del área urbana, que tiene la dimensión espacial, demográfica y social de una ciudad pequeña. Es el mayor sector urbano cuya dimensión puede ser reconocida y frecuentada por sus habitantes y cuya población, por compartir una identidad local y otros rasgos culturales, puede ser definida como comunidad. En el seno del barrio los vecinos pueden reunirse y opinar por si mismos sin necesidad de delegarse en representantes, como ocurre en las escalas mayores. Es por esta razón que la democracia urbana solo puede florecer desde la proximidad que ofrece la escala barrial. Sin barrios hay aglomeración pero no vida colectiva.

Identidad: La identidad supone compartir la pertenencia a un conjunto social diferente. Los habitantes del barrio están unidos por la proximidad, los afectos recíprocos, el territorio compartido, los símbolos locales, la historia del lugar y las problemáticas y proyectos en común. Estas relaciones despiertan solidaridades, descubren afinidades y generan acciones en común.
El territorio barrial es sentido como terruño, con un arraigo que mucho tiene que ver con el sentimiento de patria.

Participación: Es la inclusión del habitante, su tiempo y su persona en la vida comunitaria. Contiene la energía que motoriza las actividades colectivas, que emana del sentimiento de comunidad y de compartir necesidades y proyectos.

Apropiación: Es el volcamiento de la acción al espacio público. Se produce cuando un grupo se instala en el mismo para desarrollar de una actividad. Al apropiarse, los grupos generan un nuevo acontecimiento que se agrega a la historia del lugar. Cuando hay apropiación el espacio está vivo.

1 - AMPLIACIÓN DE LA VEREDA MEDIANTE LA INCORPORACIÓN DE NUEVOS ESPACIOS DE USO COLECTIVO
La calle es un espacio circulatorio cuyos bordes peatonales, las veredas, no solo son transitados, sino también habitados por la población.
Usualmente se percibe la calle como un corredor longitudinal conformado por la calzada, espacio de predominio vehicular; las veredas franjas de predominio peatonal; las esquinas, puntos de cruce y confluencia y la sucesión de edificios frentistas.
En una visión más analítica se observa que en la vereda se pueden diferenciar tres franjas virtuales:

La primera incluye el cordón y no es circulable. Contiene todas las actividades e instalaciones limítrofes con la calzada: arbolado, parquímetros, columnas de iluminación, paradas y colas de transporte público, cabinas telefónicas, papeleros, semáforos, puestos de venta de diarios o flores y el espacio de apertura de las puertas de los automóviles. Entre árbol y árbol suelen establecerse pequeños grupos, mesas y sillas de locales gastronómicos y estacionamientos de motos y bicicletas. Puede estimarse su ancho en 1,50mts.

La segunda franja, la central, constituye el corredor circulatorio, que debe quedar expedito permanentemente. Para calles barriales, según la intensidad de los flujos, puede estimarse su ancho entre 1,50mts y 2,50mts.

La tercera franja, recostada sobre las fachadas, contiene diversas circunstancias de la vida callejera, poco compatibles con la circulación peatonal: carteleras, vidrieras, mesas, sillas y sombrillas de locales gastronómicos, grupos de conversación, etc.
Particularmente esta franja contiene la dualidad entrada/salida de los edificios, es decir, el conjunto de los lugares que articulan el espacio público con el espacio construido.
Esta es la franja mas social de la vereda. La única con capacidad de ser ampliada mediante el agregado de ensanches hacia el interior de la manzana. Esta aptitud la define como una categoría de trabajo relevante para cualquier estrategia de recomposición del espacio público peatonal.

La esquina, finalmente, es un espacio de asociación tipológico y calificado, el mas frecuente del tejido urbano. Una ampliación del espacio de la vereda con identidad y nombre propio. El mas utilizado entre los ámbitos del espacio público. Comparte con la tercera franja la posibilidad de ampliación hacia el interior de la manzana.

1-1 Incorporación a la vereda de espacios internos de la manzana (ver modalidades compensatorias) **
Para la instrumentación de esta norma será necesario delimitar previamente el área central del barrio a los efectos de definir los tramos residenciales y centrales de cada calle, que serán objeto de reglamentaciones diferentes.
  • a- Retiros en planta baja de los edificios esquineros
    (de cualquier dimensión) **

    La ampliación de la esquina representa un aporte estratégico, no solo por sus características espaciales sino, porque su repetición sistemática la difunde a toda la trama urbana.

    Considerando que existen cuatro esquinas en cada cruce de calle, hay buenas posibilidades de que la acumulación se desarrolle a buen ritmo y que sus efectos trasciendan en el corto plazo.

    La esquina es un espacio de asociación tipológico, el más repetido del tejido.
    Su ampliación representa un aporte estratégico porque su difusión en toda la trama urbana.

  • b- Retiros en planta baja de edificios entre medianeras
    (no menores de 15mts. de frente) **


    Ensanches de hasta 2mts. de profundidad podrán contener lugares de reposo para peatones o pequeños grupos. Profundidades mayores permitirán organizar patios de vereda con usos y equipamientos a determinar en cada caso.

  • c- Habilitación de patios urbanos en fondos de manzana con acceso por pasaje peatonal
    (dimensiones a determinar) **


    Si bien es una posibilidad poco frecuente, resultará de gran valor para la vida del Centro Barrial. Los usos mas apropiados se determinarán en cada caso.

  • d- Habilitación de pasajes peatonales con salida a calle opuesta o lateral
    (dimensiones a determinar) **

    Enriquecen la red peatonal y el carácter de paseo de las calles centrales. Los usos mas apropiados se determinarán en cada caso.

  • e- Incorporación transitoria de sectores de terrenos baldíos **

    La presencia de tapiales o cercos de cierre perjudica la continuidad ambiental de las calles de centrales. Inversamente, su anexión al espacio de vereda resultará muy valiosa para la formación de patios urbanos. Según los casos, se podrá optar por la incorporación total o parcial del terreno.

** Modalidades compensatorias en referencia al item 1.1
  Se propone una escala de retribuciones compensatorias expresadas como incremento de superficie máxima edificable, aplicando criterios de tasación relacionados con el valor de uso de las áreas cedidas. Estimamos este factor, según los casos, entre 3 y 10 veces la superficie cedida.
 Valorando la importancia de ampliar el espacio público en el centro barrial, sugerimos la siguiente escala de tasación, en orden descendente:
Calles del centro barrial
1º Terrenos en esquina
2º Fondos de manzana y pasajes públicos
3º:Terrenos no esquineros
Calles residenciales
4º Terrenos en esquina
5º Terrenos no esquineros, fondos de manzana y pasajes públicos
En el caso de los terrenos baldíos la modalidad retributiva podrá plantearse en la forma de ventajas impositivas ajustadas al plazo de la cesión.


1-2 Ampliación de la vereda en el acceso a los edificios de uso colectivo:
El umbral es el origen y el destino del flujo peatonal, el punto germinal donde se originan y finalizan los itinerarios de la calle. Constituye el mas pequeño y habitual de los espacios urbanos de asociación, el que contiene las instancias sociales de recepción o despedida en un espacio y un tiempo que se extienden a ambos lados de la puerta de entrada.
La ampliación de la vereda frente a los ingresos surge como necesidad y expresión de esta característica, especialmente significativa en los edificios de uso colectivo.
  • a- Configuración de patios de vereda en el acceso a los edificios oficiales (escuelas, hospitales, oficinas públicas, bibliotecas municipales, etc)
    Deberá recederse el sector de la planta baja previo al ingreso, en una profundidad suficiente para configurar un patio de vereda dedicado a la reunión y el descanso de público y peatones, dimensionándolo según el flujo de los ingresos en cada caso.

  • b- Configuración de ensanches de vereda en el acceso a los edificios privados de uso colectivo (academias, clubes, centros sociales, edificios de vivienda colectiva, etc.)
    Se deberá receder el espacio de planta baja, previo al ingreso, en la dimensión necesaria para contener pequeños grupos sociales al margen de la circulación peatonal. Se estima una profundidad mínima de 2mts.

1-3 Incorporación de lugares residuales del tejido barrial para ser habilitados como plazas o patios urbanos.
Se requiere previamente un análisis pormenorizado del tejido barrial para detectar sectores de calzada fácilmente transferibles al uso peatonal (rotondas, calles cortadas, costados de vías férreas, etc.)

2 - PRESERVACIÓN MORFOLÓGICA Y AMBIENTAL DE LAS CALLES BARRIALES
El caminante de la calle percibe una altura o techo virtual formado por las copas de los árboles y por el perfil superior de las fachadas. Esta altura, entendida como magnitud, se corresponde aproximadamente, con el denominado nivel de basamento.
En la mayoría de los barrios este nivel está sobrepasado por edificios de vivienda colectiva, hecho lamentable, porque la altura de las calles es, sin duda, la característica física mas relevante del ambiente barrial.
El desprecio por la identidad local con que se manejan los negocios inmobiliarios es vivido por los habitantes como la usurpación de un patrimonio colectivo, que da soporte espacial al sentido de pertenencia comunitaria. Se trata de la destrucción prepotente de un bien ambiental en beneficio de intereses particulares.
La mutación progresiva del nivel de basamento conduce a la destrucción de las redes sociales, no tanto por la llegada de nueva población, que puede asimilarse e inclusive enriquecer la vida comunitaria, sino porque la pérdida del entorno histórico cancela la identidad local.
2-1 Configuración del perfil de la calle
  • a - Determinar para cada calle la altura máxima del basamento, en armonía con la edificación existente.
    Se sugiere, como criterio de referencia, una altura de basamento = ancho de calle / x ; siendo x = 2 para calles residenciales y 1,5 para calles centrales.

    La construcción del basamento preserva el perfil barrial de la calle excluyendo
    los volúmenes de mayor altura.


  • b - Determinar un fuerte retroceso de los volúmenes que superen la altura del basamento, en función del ancho de la calle y de la altura del volumen a construir.
    Por arriba del basamento se sugiere un retiro mínimo de 4mts. y desde allí, no sobrepasar una tangente de 30º partiendo de su borde superior.

  • c - Establecer para los edificios de altura obligatoriedad de construir el basamento en todo el frente del terreno.
    El basamento continuo asegura un primer plano que desprende los volúmenes altos de la visión peatonal.
    En el caso de las torres, la separación de las medianeras discontinúa las fachadas, originando corredores de viento que provocan el vaciamiento del lugar.

2-2 Preservación, ordenamiento y puesta en valor del carácter actual de la calle.
Se propone definir los tratamientos urbanos que caracterizan a cada calle respetando y unificando sus rasgos preexistentes (solados, árboles, columnas de iluminación, etc.), alentando la inclusión de nuevas imágenes y elementos concordantes.

3 - RECONFIGURACIÓN DE LAS PLAZAS BARRIALES, ENTENDIDAS COMO ESPACIOS DE LA VIDA COMUNITARIA
La plaza barrial es el principal escenario de la vida comunitaria. La característica mas intrínseca de un escenario es la versatilidad, es decir, su capacidad de contener acontecimientos diversos. Desde esta definición resulta claro que las plazas barriales, reconsiderando su caracterización como espacio verde, deben ser adaptadas a actividades múltiples, no siempre predecibles e incluso de concurrencia numerosa (debates, conferencias, recitales, deporte, asambleas, juegos, exposiciones, ferias, representaciones, cine, reuniones, etc.)
Vale señalar que, desde un punto de vista político, el arraigo popular de la plaza, su alto nivel de exposición pública y su carácter convocante, proporcionan un marco de mérito excepcional y fácilmente manejable, inclusive en la difícil cuestión de la seguridad.

3-1 Reprogramación de la plaza barrial como Centro Comunitario (PCC).
En las ciudades satélites europeas, construidas a nuevo para organizar los conurbanos después de la destrucción de las ciudades durante la Segunda Guerra Mundial, la inclusión de centros comunitarios resultó un aporte fundamental para la integración de las nuevas comunidades, al proveerlas de lugares deportivos, sociales, recreativos y culturales.
La mayoría de estas funciones pueden ser contenidas por nuestras plazas barriales, merced a un clima benigno que nos permite, durante la mayor parte del año, un buen desarrollo de las actividades al exterior. La incorporación de 500 ó 1000mts2 cubiertos reducirá imperceptiblemente la superficie libre de la plaza, pero la dotará de nuevas funciones que la fortalecerán como centro indiscutido de la vida comunitaria.

Proyecto de la Plaza Crisol, San Fernando, Provincia de Buenos Aires. La plaza como centro comunitario (PCC). Su amplio programa incluye escenario cubierto, espacios de reunión grupal y familiar, centro de personas mayores, etc.
  • a- Incorporación de áreas cubiertas.
    El programa de la PCC incluye un escenario techado de uso múltiple con lugar para espectadores, baños públicos, depósito de elementos y buffet, además de dos espacios cerrados, independientes entre si, uno para adultos mayores y otro para adolescentes y jóvenes, ambos con expansión independiente al exterior.
    Respecto de los jóvenes, vale señalar que constituyen una fuente potencial de energía para la vida colectiva. La inserción comunitaria de adolescentes y jóvenes, en oposición a quienes prefieren verlos marginados del espacio público por su tendencia al desborde, debe ser vista como imprescindible.
    La cuestión consiste en compatibilizar los procesos de constitución de la personalidad, propios de la edad, con la maduración experiencial de la conciencia de pertenecer a un conjunto social.
    Los jóvenes precisan un lugar propio, insertado en el espacio colectivo, en el cual puedan desarrollar sus actividades, inclusive convocando a la comunidad.

  • b- Incorporación de nuevos pisos secos de uso flexible
    La multiplicidad de actividades que se realizan en la PCC requieren un incremento del piso seco. Esto no significa erradicar la vegetación, sino controlarla a nivel del solado, elevándola masivamente hasta la copa de los árboles sin renunciar al su carácter de pulmón urbano. De este modo el nivel cero queda disponible para usos diversos, protegido por un techo arbóreo que le proporciona sombra y frescura.

  • c- Provisión de las instalaciones e infraestructuras necesarias para el buen desarrollo de las actividades.
    La comodidad sostiene las actividades de la plaza. Las carencias de mobiliario, iluminación y protección solar se traduce en incomodidad y cansancio, conspirando contra su desenvolvimiento y desalentando su reiteración.
    Es indispensable proveer los amoblamientos, techados de sombra y luminarias necesarios para el mejor desarrollo de actividades múltiples.

Escenario en la esquina de la plaza, para reforzar las actividades en la calle central del barrio.


Elemento escultórico para cartelera en la entrada principal a la plaza, apunta a la comunicación gráfica.

3-2 Integración entre la plaza y sus calles perimetrales.
Cuando nos referimos al espacio de la plaza estamos incluyendo las calles perimetrales y las fachadas frentistas, que con su población, comercios y servicios, alimentan el nivel de concurrencia.
Todas las plazas urbanas deben ser objeto de una zonificación especial, que las jerarquice respecto del tejido circundante, incluyendo mayor altura para el nivel de basamento y, donde fuera posible, el techado de las veredas del perímetro construido.
  • a- Gestionar el traslado de edificios públicos y comunitarios al perímetro de plaza.
    Estos edificios, a la vez que incrementan la afluencia de usuarios al área se jerarquizan con tal ubicación, generándose un plus de valor en beneficio del conjunto.
    En particular resultará de gran interés la instalación de una Casa del Barrio en el perímetro de la plaza.

  • b- Fomentar la instalación de comercios y servicios en las plantas bajas de los edificios frentistas.
    La ocupación de las plantas bajas con nuevos equipamientos cuyas actividades se derramen sobre las veredas (bares, salas de espectáculos, comercios, edificios públicos, asociaciones comunitarias y otros) sostienen la vida de la plaza a lo largo del día, inclusive en horarios nocturnos.

  • c- Unificación de las fachadas perimetrales.
    La unificación de la envolvente refuerza la coherencia del conjunto. Se propone para cada plaza establecer normativas morfológicas que aseguren la coherencia del marco construido (alturas de fachadas, recovas, colores, toldos, marquesinas, árboles, columnas de iluminación, etc).

  • d- Peatonalización, periódica o permanente, de las calles perimetrales.
    La peatonalización del perímetro habilita la plaza para nuevas actividades y paseos (deportes, pistas para niños, desfiles, ferias y competencias de diversos tipos). El eventual avance del solado hasta las fachadas frentistas, incluso restringiendo y aun manteniendo la circulación perimetral de vehículos, potencia significativamente la identidad del lugar.
3-3 Ampliación de veredas en las plazas cercadas.
Las plazas que fueron cercadas manteniendo el ancho antiguo de las veredas han vaciado de contenidos su espacio exterior. Se propone desplazar el cerco de estas plazas a no menos de 7mts. de la línea del cordón, para transformar las veredas en ramblas de paseo y sostener el carácter convocante del área, inclusive en horarios nocturnos posteriores al cierre.
Donde ello no fuera posible, se sugiere, transitoriamente, receder el cerco en las esquinas y sectores de entrada.

4 - REFUERZO DE LOS CENTROS BARRIALES
La vitalidad del barrio depende en gran medida de la calidad de su centro, es decir, de su atracción como paseo. Una red de centros barriales calificados supone el enriquecimiento de las actividades del tiempo libre para todos los habitantes de la ciudad (turismo intra urbano).
Las calles centrales del barrio se caracterizan por su poder de convocatoria, producto de la concentración de comercios y servicios, de la valiosa presencia de artesanos y artistas callejeros, mesas de café, sombrillas, sillas, etc. y de la organización de ferias, fiestas y espectáculos, que les confieren vivacidad y atractivo.
Sin embargo las ordenanzas municipales se han encargado por lo general de frenar o gravar las actividades callejeras, mas preocupadas por el orden y la recaudación que por la vida barrial.
Como criterio general, entendemos que toda decisión política tendiente a incluir equipamientos y actividades en el espacio público debe considerarse beneficiosa, dentro de un marco normativo para la convivencia.
4-1 Puesta en valor de la imagen del centro barrial
La calificación ambiental de las calles centrales, a diferencia de las calles residenciales, clarifica la comprensión de la estructura del barrio y valoriza el sentido del área central.
  • a- Enriquecimiento morfológico
    Enriquecer detalladamente los repertorios de diseño aplicados a solados, vegetación, luminarias y mobiliario urbano, así como la densificación de la imaginería mediante la incorporación de obras de arte (esculturas, fuentes, muralismo, etc), incrementa el interés del centro barrial y lo afirma como espacio referente de la vida colectiva.
  • b- Restauración e iluminación nocturna de los edificios y lugares más significativos
    La exaltación de la imagen nocturna de portales, remates de edificios, fachadas valiosas, patios urbanos, etc, jerarquiza el patrimonio y genera orgullo barrial, además de incorporar interés al turismo intra urbano.
4-2 Instalación de los amoblamientos e infraestructuras necesarias.
Equipar los sitios urbanos equivale a habilitarlos al uso. Tiene la misma significación que hacerlo con los ámbitos interiores. La noción de mobiliario, que se refiere al conjunto de elementos que permiten articular la dimensión y las acciones humanas con el espacio, es decisiva para el éxito y la reiteración de las actividades.
Complementariamente será necesaria organizar un depósito municipal de mobiliario urbano y otros elementos para atender los requerimientos de las actividades de carácter efímero que se desarrollan en los barrios (tablados, tribunas, asientos, equipos de iluminación, proyección y sonido, cubiertas desmontables, techados de sombra, carteleras, etc).

Equipar los sitios urbanos equivale a habilitarlos al uso. El amoblamiento y la sombra determinan el asentamiento de los grupos en el lugar.

4-3 Peatonalización, permanente o periódica, de calles del área cen-tral.
La incorporación de la calzada duplica el espacio peatonal. La peatonalización incorpora un sentido de paseo lúdico y mas pausado al movimiento de las calles centrales, estimula los servicios, el comercio y posibilita el asentamiento de actividades artísticas y recreativas que estimulan la amenidad.

4-4 Densificación habitacional de las calles centrales
La densidad genera vitalidad y afluencia de población. Los criterios de densidad residencial que se utilizan habitualmente para las calles barriales, pueden resultar exiguos para la animación del centro barrial. Densidades cercanas a los 500 habitantes por hectárea (aproximadamente 300 habitantes por cuadra incluyendo el personal de trabajo), asegurarán el éxito de la centralidad, con buenos niveles de movimiento tanto en horarios diurnos como nocturnos.

5 - ELEMENTOS PARA LA GESTIÓN INSTITUCIONAL
Las políticas de promoción comunitaria y las de desarrollo del espacio barrial son dos caras de una misma moneda. El espacio comunitario quedará débil y propenso al abandono si la vida colectiva no es estimulada por el municipio, las comunas y las organizaciones barriales.
5-1 Organización oficial de actividades culturales y deportivas en los barrios
Será necesario adjudicar los recursos humanos y financieros para el desarrollo de programas permanentes de actividades culturales y deportivas producidas por gobierno municipal y en su momento, por las futuras comunas.

5-2 Apoyo oficial a las actividades promovidas por las organizacio-nes de la comunidad
Supone la optimización del presupuesto participativo y la colaboración del municipio en apoyo de las actividades barriales organizadas por clubes, centros comunitarios, escuelas, parroquias y otras instituciones barriales.

5-3 Provisión de infraestructuras y servicios de seguridad
Es lamentable tener que reconocer que han aparecido importantes contradicciones entre la inseguridad y las actividades en el espacio público.
Estamos atravesando una era marcada por las crisis producidas por el aluvión de cambios tecnológicos, las grandes migraciones regionales, el incremento de la drogadicción y la inequidad en la distribución de la riqueza que emerge del incremento globalizado de la concentración económica.
La difusión satelital en directo de las imágenes del bienestar y el consumo en los países desarrollados, detonan fuertes reacciones de violencia urbana, a veces delictivas, a veces irracionales, originadas en grandes sectores excluidos y en grupos desintegrados, provenientes de todo el espectro económico social.
En tales circunstancias es imprescindible asegurar los umbrales necesarios de seguridad (vigilancia preventiva, iluminación general del espacio público, monitoreo, etc.) para brindar tranquilidad a la vida comunitaria en un espacio público que resulta cada vez mas indispensable para la salud social.

5-4 Formación del personal encargado de trabajar con las comunidades barriales
La participación es la primera estrategia para programar el desarrollo barrial. La visión de los habitantes es insustituible para señalar, evaluar y actuar sobre los conflictos y necesidades que se busca resolver. A la vez acrecienta su disposición ulterior a apropiarse de los nuevos lugares e insertarse en la vida comunitaria.
La ciudadanía no siempre está preparada para conocer las implicancias urbanas y socioeconómicas de sus propuestas, ni las particularidades de los procesos de gestión necesarios.
Hay que educar a la población en las prácticas participativas y en las interrelaciones de los problemas barriales con los problemas urbanos. Estos objetivos suponen, recíprocamente, un replanteo hacia el interior del Gobierno Municipal para capacitar y motivar a los equipos que trabajarán con las comunidades barriales.

GRUPO PROMOTOR PARA LA GESTIÓN DEL ESPACIO PÚBLICO
Arq. Carlos del Franco
Arq. Guillermo García Fahler
Arq. Julio Ladizesky


NOTA: el presente documento fue elaborado para la revista "TEMAS CPAU - Nº1 -2008".
Publicación del Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina.

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