"OJO
POR OJO... RUINA POR RUINA"
Por el Dr. Daniel Enrique
Butlow (*)
...Para los
vecinos, se trataba tan sólo de otro mocoso molesto que
se lo pasaría <
corriendo, riéndose, gritando, peleando y chillando como los demás,
entregados
todos a la alegría y a la destrucción. Pero había
una particularidad
en la cabeza
de este hombrecito, a saber... no tenía deseos de destruir,
excepción hecha de
sus momentáneos enemigos mortales. Sus inclinaciones eran en el
sentido contrario...
Louis Sullivan
Autobiografía de una idea.
Pensándolo bien,
todo debe haber comenzado con la caída de la Torre
de Babel,
que según la cronología bíblica ocurrió en
el 1764 antes de Cristo.
Este es el primer testimonio documental de una ruina que los
creyentes adjudican
a la ira de Dios y los no creyentes al error de los arquitectos del
imperio neosumerio
en el cálculo de las estructuras, máxime, si tenemos en
cuenta que
el gran diluvio
universal había ocurrido sólo dos centurias antes (1).
Existiendo estos antecedentes parece lógico entender por qué
Pericles tuvo tanto
cuidado en la elección en los arquitectos del Partenón,
por qué fue
transformado
en divinidad el arquitecto de la reina egipcia Hatshepsut y por qué
Salomón encargó
los planos y la construcción del Templo de Jerusalem a la empresa
constructora
del rey Hiram de Fenicia (2).
Es cierto que este Templo también se arruinó en el año
70 de nuestra
era, pero
al fin y al cabo no sólo estuvo en pie casi 430 años, sino
que
además, es bien
sabido jurídicamente que no puede responsabilizarse al constructor
frente a un
evidente caso fortuito, como por ejemplo la furia destructiva de las
legiones
romanas.
Ahora podemos pasar a Vitruvio, que si bien murió unos 20 años
antes
de que naciera
Cristo, dejó para la posteridad un tratado (3) que aún hoy
puede
adquirirse en
las buenas librerías.
Su más que amistad con la hermana menor del emperador Augusto,
le
permitió desarrollar
novísimas teorías sobre la responsabilidad contractual en
materia de
ruina, y
en el Capítulo XI del Libro VI explica cómo evitarlas ...oyendo
no
sólo los
pareceres de los artífices, sino también de los idiotas...
(4).
Unos 1100 años después -más precisamente en el 1163-
Notre Dame de
París, bate
el récord mundial con una altura de bóveda de 35 metros.
Aún hoy, el
récord parece
continuar vigente, porque a pesar de algunas ruinas parciales<
-perfectamente
controladas por el Ministerio de Gobierno-, su gloria luce
resplandeciente en
la Ile de France.
Claro está, que no tuvo la misma suerte el coro de Beavois, que
elevado a los
48 metros en 1247, se derrumbó, sufriendo lo que jurídicamente
llamamos ruina
total (5).
En la península itálica también encuentro antecedentes.
Miguel Angel parece haber salvado milagrosamente su responsabilidad
contractual
gracias a los herreros de Roma que fueron llamados con gran urgencia
para encadenar
la cúpula de la Capilla Sixtina para evitar la caída de
mampostería
y las resquebrajaduras
que inmediatamente se produjeron en las bases constituyendo -claro
está- una
inminente amenaza de ruina (6) y ni que hablar del arquitecto de la
Torre de
Pisa, que aún hoy estaría sometido al más feroz de
los juicios
civiles por ruina
derivada del vicio del suelo, pudiendo sólo cobijarse en la
prescripción y en
el lucro incesante que la inclinación de la torre genera para el
turismo pisano.
No vaya a creerse que los temores de los arquitectos de la península
eran infundados.
Probablemente estaban perfectamente instruidos sobre las
disposiciones vigentes
del Código de Justiniano que estableció que Todos
aquellos a
quienes se le
hubiese encomendado el cuidado de las obras públicas, o se les
hubiese confiado
la construcción, están obligados junto con sus herederos
hasta 15
años después
de terminada la obra con su patrimonio, por la aparición de algún
vicio en la
edificación (Cód. Lib. 8, Tít. 12, Ley 8).
Ahora volvamos a Francia, pero a la Francia de los tiempos modernos,
donde Napoleón
decide una vez más tomar la delantera y sancionar la responsabilidad
del arquitecto
y del empresario por ruina, en el artículo 1792 del Código
Civil.
Los profesionales que no puedan conciliar el sueño por temor a
su
responsabilidad
por ruina, tienen la posibilidad de quejarse y pedir explicaciones
frente a la
estatua de Pothier -el legislador de la norma- que, aunque un poco
amarillenta,
luce erguida en el vestíbulo central de la Facultad de Derecho
de la
Universidad
de la Sorbona. Sugiero, en términos de estricta justicia, no olvidar
que este
jurista también legisló la posibilidad cierta y concreta
de percibir
honorarios
por locaciones de obra y servicios...
Ahora ya estamos en nuestra Argentina, donde el mismo presidente (7)
que había
sido embajador ante el gobierno del arquitecto Thomas Jefferson,
encomienda a
Vélez Sarsfield la construcción de nuestro Código
Civil, que se
sanciona a libro
cerrado en 1869, casi para la misma época en que los abogados y
jueces ingleses
deciden homenajear al arquitecto Street (8) en el vestíbulo central
de los Tribunales
de Justicia de Londres.
Vélez, sabio e inteligente adjudica la responsabilidad por ruina
al
empresario
de la construcción (art. 1646), que puede ser el arquitecto o no.
Debe haber
recordado que civilmente somos responsables por lo que hacemos y no
por lo que
somos, ya que no siempre hacemos todo lo que somos capaces de hacer
(v.gr. siendo
arquitecto construir una obra, siendo abogado patrocinar un proceso
o siendo
médico manejar el bisturí).
Siguen pasando los años y la ruina parece seguir marcando con huella
indeleble
el destino de la arquitectura.
La ruina del viejo Capitolio del estado de Wisconsin, en Madison,
que en forma
casual observa el niño Frank L. Wright (9), ocasiona la muerte
de la
cornisa
y el fin del concepto de su lieber meister Sullivan.
Otra ruina esperada, pero no ocurrida -la del Hotel Imperial de
Tokio-, proyecta
la fama y la gloria del adulto Wright para los años venideros (10).
Las ruinas de la guerra según lo escrito por Le Corbusier (11)
dan
paso a un
potencial de nueva arquitectura y aumentan los honorarios de
arquitectos en Londres
y Roma... (12).
Releo ahora la frase del premio Nobel de Literatura, Octavio Paz.
Dice que La
arquitectura es el testigo insobornable de la historia de la
humanidad.
Pienso la frase jurídicamente y es obvio... Nadie desea que un
testigo insobornable
se arruine.
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(1) Atlas de Arquitectura. Werner Müller y Gunther Vogel. T. 1, pág.
79. Alianza Editorial.
(2) Primer Libro de los Reyes 1.6
(3) Los 10 libros de Arquitectura. Marco Vitrubio, traducidos por
Joseph Ortiz
y Sanz. Versión española de la Editorial Alta Fulla. Barcelona
1987.
(4) Vitrubio. Op. cit., página 160.
(5) Jean Gimpel. Los constructores de catedrales. Centro Editor de
América Latina,
pág. 39.
(6) El futuro de la Arquitectura. Frank Lloyd Wright, pág. 198.
Editorial Poseidón.
(7) Domingo Faustino Sarmiento.
(8) El Arquitecto. Historia de una profesión. Spiro Kostoff, pág.
195. Cátedra-Ensayos Arte.
(9) Wright. Op. cit., pág. 99/100.
(10) Wright. Op. cit., pág. 259.
(11) Precisiones respecto del estado actual de la Arquitectura y del
Urbanismo.
Editorial Poseidón.
(12) Elevación de la tarifa del 5% al 6% por la R.I.B.A. (Kostoff,
op. cit.,
pág. 192) y Tarifa especial de la Riparazione Danni di Guerra
(Tariffe e Normativa
professionale a cura di F. Terranova). Roma. Buffetti Editore,
página 28.
(*)
Abogado especializado en Arquitectura e Ingeniería Legal.
Socio Titular de Butlow & Bustos.
www.butlowybustos.com.ar
butlowybustos@sion.com
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