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ARQUITECTURA MONOGRAFÍAS |
GLOBALIZACIÓN VERSUS
REGIÓN EN LA ARQUITECTURA LATINOAMERICANA
Arq. Ernesto Galdeano-
Profesor Titular de Historia de la Arquitectura- Facultad de Arquitectura y
Urbanismo -
Universidad Nacional del Nordeste - República Argentina
Resumen:
La arquitectura latinoamericana debe buscar su identidad local, sin espíritu
xenófobo, insertada fuertemente en el lugar y el las tradiciones propias de
nuestros pueblos
Todo quehacer cultural parece
oscilar, hoy en día, entre posiciones opuestas que pueden sintetizarse en la
polaridad " GLOBALIZACIÓN VERSUS REGION ", confrontación que también
pudiera expresarse en la antinomia " LO VIRTUAL VERSUS LO REAL"
El fenómeno de la globalización se transforma al mismo tiempo en una insidiosa
destrucción de auténticas y tradicionales culturas.
La información que nos llega por los medios de comunicación y que nos acerca
al mundo lejano, toma la categoría de " VIRTUAL ", mientras que el mundo " REAL
" es el mundo cercano, el lugar, el ambiente en el que vivimos al que hace referencia
Cliford Geertz cuando afirma que:
" Lo que el hombre es está entretejido con el lugar de donde es y con lo
que él cree que es ése lugar, de una manera inseparable"
Los aspectos más mediocres de una civilización, lo que más rápido se impone
por toda la tierra, hacen que todo el mundo participe de una misma cultura consumista,
las mismas malas películas, las mismas alienantes máquinas de juego, la misma
desenfadada manía de frivolizar y desacralizar los valores más trascendentes
de las culturas propias.
¿El precio a pagar por participar de los beneficios de la alta tecnología del
mundo desarrollado es el de echar por la borda las tradiciones culturales que,
aún en la pobreza, han caracterizado a los latinoamericanos?.
¿Cómo definir el estado actual de la arquitectura latinoamericana?
La arquitectura del Movimiento Moderno no generó la ciudad ideal que había prometido,
la crisis de la modernidad ilustrada o crisis posmoderna, reveló el fracaso
de todas las formas totalitarias: fracasa el totalitarismo nazi, más tarde también
fracasa el totalitarismo soviético, pero fracasa asimismo el progreso indefinido
que propone el Movimiento Moderno, que no genera la paz ni la felicidad de las
sociedades opulentas.
Los valores buscados por la modernidad arquitectónica, la del racionalismo funcionalista
(racionalidad- veracidad- economía de medios estéticos y expresivos, mejoramiento
del habitat humano, alto contenido social) derivan en un racionalismo impersonal,
lavado y desleído (zoning CIAM, pérdida de lo simbólico, abstracción aburrida,
repetición hasta el cansancio de la tipología del rascacielos paralelepípedo
de envolvente vidriada...).
Tarde o temprano la arquitectura debe necesariamente abordar su vinculación
con el ámbito regional y geográfico al que pertenece y ponderar su relación
con el mundo de la globalidad que nos envuelve por los cuatro costados.
En la arquitectura de la llamada " tercera generación " renace el interés perdido
por la arquitectura vernácula, al tiempo que se revaloriza la sensibilidad por
el " lugar ". Que es distinto al concepto de " sitio " o a la
tradicional concepción de espacio propia del Movimiento Moderno en su primera
generación.
Toda aquella información que nos llega por los medios de comunicación y que
nos acerca al mundo lejano, toma la categoría de " virtual ", mientras
que el mundo " real " es el mundo cercano, el lugar, el ambiente en que
vivimos. La realidad mediatizada es virtual, la propia inmediata es real.
En el transcurso de la historia el hombre fue siempre resultado de " su lugar
", el sitio donde vivía y moría era su condición de identidad y pertenencia.
Determinar qué es lo conveniente hoy y aquí en la arquitectura es dictado por
el rating del mercado, el gusto público dirigido según los dictados de la Tv
y las revistas de moda, plenas de papel satinado y deslumbrante colorido, modas
efímeras en busca del estrellato internacional.
Esta corriente de homogénea mediocridad ha desatado en muchos lugares, con diferente
resultado, reacciones luchando por imponer la identidad.
Pero no se trata simplemente de que por rechazar la influencia norteamericana
se caiga en la ramplonería nacionalista.
Los resultados son variados; hay verdaderos aciertos y hay ridiculeces disfrazadas
de folklorismos nativos.
El deseo de inscribir la arquitectura latinoamericana en la de la vanguardia
internacional lleva el peligro de caer en el absurdo de la moda copiando de
las revistas de mayor difusión; el de querer diferenciarse a toda costa puede
implicar la renuncia a la modernidad en que se vive.
El fracaso de la ciudad propuesta por el Movimiento Moderno hace necesario
encontrar nuevas alternativas al tema del paisaje urbano, que hoy ha demostrado
ser más importante que la arquitectura misma.
Nuestras ciudades presentan impotentes el máximo deterioro imaginable, la mayor
contaminación visual y física de todos los tiempos. En sintonía con la creciente
conciencia ecológica y de jerarquización del entorno físico, se enfrentan con
dos fenómenos opuestos que caracterizan hoy a la mayoría de las grandes ciudades
del orbe: por un lado la calcutización degradante y masiva de su habitat
medio-proletario, por el otro, el surgimiento acelerado de los barrios cerrados,
exclusivos para ricos y la clase media-alta, como si fuese ésta la única respuesta
posible a la desjerarquización de las ciudades; escapar de ellas para refugiarse
en la naturaleza suburbana.
Analizando lo contradictorio que ello significa en medio del proceso de globalización
irreversible de la sociedad, Juan Cambiaso escribe en La Nación:
" Algunos padres hacen el esfuerzo de enviar a sus hijos a cursar estudios
de posgrado en una buena universidad del Primer Mundo. Dentro de sus posibilidades,
pretenden ayudarlos a ver y entender otras realidades en otros países. De regreso,
muchos de esos jóvenes compran un terreno en un barrio cerrado y se hacen una
casa clonada, mayormente de estilo californiano o inglés, y viven una vida no
incomodada en esos escenarios que replican paisajes suburbanos de otras latitudes.
Hasta aquí, todo va en gusto. Y empieza el susto. Esos escenarios están rodeados
de alambrados olímpicos y los accesos son casillas con barreras donde guardias
de seguridad le dicen a uno si puede pasar o no, después de verificar en destino
si es persona deseable.
"Se avanza luego por calles sinuosas, a baja velocidad, como en cámara lenta,
viendo jugar a niños homogéneos, con bicicletas homogéneas, entre "todo terrenos"
homogéneos, en jardines homogéneos de casas homogéneas. Del alambrado olímpico
y pinchudo para afuera, el mundo real, que se extiende con crudeza hasta llegar
a otro barrio cerrado, protegido por otro alambrado olímpico pinchudo".
Como la arquitectura es
percibida, en general, a través de su ambiente externo, el habitante de la ciudad
la experimenta por sus calles, sus caminos y senderos peatonales, sus centros
comerciales, sus plazas, sus parques públicos, sus jardines y sus fachadas urbanas.
Hoy la ciudad ha dejado de brindar un ámbito de convivencia vecinal, la arquitectura
se ha introvertido, volcándose sobre sí misma; la sociabilidad general ha cedido
paso al individualismo. El resultado es que no sólo el edificio no aporta un
ápice al paisaje urbano, aunque funcional, estética y constructivamente sea
correcto, sino que, como la preocupación dominante se centra en el "adentro"
de la obra, no solo es escasa o nula su incidencia en el ámbito urbano sino
que como consecuencia de un exagerado uso de energía para condicionar al ambiente
interior, resulta perjudicado el medio ambiente, el exterior degradado y contaminado.
Es urgente encontrar nuevas formas de enfocar el entorno físico de nuestras
ciudades. Latino-americanas.
El tratamiento del paisaje urbano, público y popular, debe pasar a protagonizar
la planificación, en armonía con la creciente conciencia ecológica que hoy anima
nuestras culturas.
La creación de un medio ambiente urbano mejor y más humano está comenzando a
ser un valor apreciado en esta última década del siglo.
Como bien señala el sueco Nils Carlson:
" El actual internacionalismo no es de estilo sino de actitud, la naturaleza
es la única influencia estable, y la arquitectura debe acercarla al hombre "
.Se ha perdido el viejo arte de crear lugares que se beneficien del lugar, del
paisaje y del clima, reemplazados por una confianza ciega en los sistemas tecnológicos.
La arquitectura debe volver a revisar la naturaleza del clima urbano. Y al explorar
cómo puede el exterior contribuir al habitat urbano y a un mejor y más racional
uso de la energía, debe implicarse el clima local como protagonista natural
del diseño.
La preocupación por el clima interior llega a negar el papel climático del espacio
exterior
El primer paso para revalidar arquitecturas locales implica restablecer el clima
urbano como el primer paso para establecer una nueva forma cultural, un carácter
regional que enlace las formas constructivas con los lugares en los que se ha
de implantar.
Mientras no se logre esta respuesta, el paisaje diseñado seguirá identificado
con el estilo internacional en plena decadencia y extinción.
El Regionalismo crítico, como punto de partida es, fundamentalmente " una
actitud frente al mundo", y no lo es para revalorizar posiciones nostálgicas,
ni para volver la mirada a una tradición estereotipada, sí lo es para establecer
una mirada reflexiva sobre la complejidad de las realidades actuales, especialmente
la que nos circunda.
En esta mirada reflexiva y critica, cobra valor lo "sutil ", comienzan
a contar los " sentimientos ". Ya no es todo lo ostensible lo
que manda, ya no será sólo lo evidente lo que conduzca los procesos.
Pueden ser rescatadas del olvido las "historias nunca contadas", de que
habla Foucault, aquellos elementos tangenciales o marginales en la construcción
cultural, que pueden aportar a la renovada identidad de un lugar concreto.
Kenneth Frampton define como " Regionalismo Radical " a la posibilidad de
desarrollar una cultura arquitectónica crítica en oposición a formas de dominación
universal. Una teoría de arquitectura que, aunque acepta el impulso emancipatorio
de la modernización, sin embargo resiste el ser absorbida totalmente por la
maximización de la producción y el consumo.
Las ciudades latinoamericanas se nos van desdibujando. Viajando a cualquier
gran ciudad latinoamericana vamos a observar las mismas cosas, los mismos paisajes
urbanos, muchas veces idénticos y sin identidad propia.
¿ Por qué ha sucedido esto?
La ciudad ha sufrido un cambio radical. Su espacio urbano se ha dividido por
clases sociales, a menudo copiando modelos de libros y revistas internacionales.
Frente a ello, nos proponemos rescatar toda una generación de arquitectos
americanos que entrevieron el riesgo de la globalidad y elaboraron alternativas
de una arquitectura nacional y regional fundada en las culturas, las temáticas
y los recursos vinculados con su medio geográfico y sus tradiciones, y de esta
manera la inscribieron en el contexto medio-ambiental.
Estudiaron las maneras de ser que las caracterizan y las hacen diferentes, conscientes
de que somos quienes somos en la medida en que logramos diferenciarnos de los
demás, de que necesitamos ser distintos tanto como ser parecidos, en que identidad
propia es función de la diferencia.
Desde tipologías, tecnologías, o colores, o formas, soluciones al clima, o que
se relacionan con la idiosincrasia, con el arraigo de los conceptos, que forman
parte de la "memoria colectiva"
Desde el concepto de "sitio" diferenciado del de "lugar", donde
la arquitectura es siempre particular y situada, se puede transformar la modernidad
globalizada en una identidad personalizada y pertinente.
Así resulta que hoy podemos hablar de una fuerte arquitectura mejicana, o colombiana,
brasileña o chilena... ¿acaso también argentina?...
Todas ellas enfrentando de algún modo la modernización según el modelo norteamericano,
que está apoyado fanáticamente en la tecnología y en las nuevas costumbres internacionales
Ha llegado el momento de convencerse que no puede ser igual la arquitectura
del primer mundo hiperdesarrollado, destinada a satisfacer el status del capitalismo
multinacional y el consumismo de sus clases medias, que la de nuestros países
latinoamericanos, donde los índices sociales, de ingreso y los modos de producción
son significativamente distintos.
No somos iguales los países latinoamericanos a los del mundo occidental desarrollado,
a los cuales aspiramos imitar.
Nuestros pueblos, nuestra geografía, nuestras tradiciones, hasta nuestros materiales
y nuestras técnicas son distintos.
De ninguna manera debe acomplejarnos el no ser iguales a los países europeos
o a los Estados Unidos.
Avanzar en el arte y la arquitectura hace imprescindible volver a un Regionalismo
o Latinoamericanismo inteligente, creativo, sin espíritu xenófobo, buscando
en la arquitectura la identidad local, fuertemente insertada en el lugar y en
las tradiciones culturales propias de nuestros pueblos.
En el plano internacional, la arquitectura orgánica desarrollada por Frank Lloyd
Wright y Alvar Aalto introdujeron, desde las primeras décadas del siglo XX,
el protagonismo del lugar en relación con la arquitectura.
Sobre todo Aalto elige el mundo de la naturaleza como musa inspiradora de su
arquitectura.
Las arquitecturas de algunos países latinoamericanos: México, Colombia, Chile
y Argentina, representadas por algunos de los mas caracterizados creadores,
los mexicanos Luis Barragán (1902-1988) y Carlos Mijares Bracho, el colombiano
Rogelio Salmona, los chilenos San Martín - Wenbourne - Pascal, y el argentino
José Ignacio Díaz, por ejemplo, muestran hoy el camino.
Ambos desarrollan, perfeccionan y racionalizan tradiciones constructivas corrientes
(ladrillo y hormigón) y su traducción a términos actuales, adecuados a usos
civiles, religiosos y domésticos, en los cuales el exterior de las obras se
inserta en el paisaje urbano recreándolo con original fuerza.
Barragán sienta las bases de una arquitectura que, siendo verdaderamente moderna,
es a su vez verdaderamente latinoamericana, fundiendo las líneas del funcionalismo
racionalista con los mejores elementos característicos del arte mejicano.
Mijares Bracho, a través de un trabajo paciente y laborioso, elabora una arquitectura
de la modestia, plena de poesía en el manejo de la luz y en la actualización
historicista del arco romano y musulmán.
La arquitectura de Salmona se funda en su sentido del lugar, de su geografía,
basada en una tecnología realista, con una magistral arquitectura del ladrillo
de una gran riqueza formal, adecuada al terreno, al clima y a la cultura tradicional
urbana.
Los chilenos San Martín -Wenbourne - Pascal, recuperando la tipología de las
antiguas casas coloniales desarrollan una espectacular arquitectura ladrillera
La tipología arquitectónica desarrollada por Jose Antonio Díaz, en Córdoba,
constituye un elemento que da forma al paisaje ciudadano, dotándolo de una calidad
y expresividad que resultan de un manejo tecnológico perfeccionista de las mejores
tradiciones constructivas.
Arq. Ernesto Galdeano
Una producción de ARQUITECTURA
EN LINEA © 2001
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